HISTORIAS DE POLICÍAS | “Una experiencia que me hizo grande”.

Por: Emilio Gutiérrez Yance

Aunque tiene una enfermedad genética que le impide el crecimiento óseo de los cartílagos, Eder Arévalo Gamarra, lucha por sus sueños, uno de ellos se cumplió recientemente gracias a la Policía Nacional que le dio la oportunidad de ser “Patrullero por un día”. 

El pequeño hombre nacido en Mompox, Bolívar, esperó con ansias y el día llegó, muy temprano se levantó de la cama, se encomendó a Dios, se colocó su uniforme verde oliva y formó junto a hombres y mujeres a los que admira desde niño por su dedicación y deseos de ayudar. Allí se presentó frente a la Comandante de Estación, la teniente, Melissa Paola Sierra Blanco.

Dotado con radio de comunicación y con la asignación de quienes serían sus compañeros, subió con algo de dificultad a una motocicleta y salió a cumplir su sueño despertando la admiración de quienes lo veían recorriendo las calles de aquel municipio turístico. Todos querían saludarlo, felicitarlo y tomarse fotos, sus pequeñas manos se entrelazaban con la comunidad una y otra vez.

En su rostro estaba marcada la felicidad que sentía por cumplir su sueño y la admiración que despertaba portando con orgullo el emblemático uniforme. Su madre Marlene de quien heredó la enfermedad, no lo podía creer, era su hijo quien no cabía de la felicidad, “esto es una bendición”, expresaba con sus ojos llenos de llanto, mientras daba gracias a los patrulleros por aquella bonita labor y el gesto que hicieron para darle un día de alegría a su hijo en medio de tantas adversidades y permitirle hacer labores propias y cotidianas de un Policía como era su sueño. 

Arévalo Gamarra, desde muy niño ha estado ligado a las actividades de la Policía ayudando en gestiones comunitarias pero nunca había vivido aquella bonita experiencia. Uniformado llegó al colegio donde terminó su bachillerato y la alegría de profesores y estudiantes estalló en júbilo.

Lo triste es que toda esa felicidad se apaga cuando llega a su casa y se enfrenta a la realidad, donde la pobreza marca su día y las necesidades de alimentación son evidentes, su abuela hace oficios domésticos para ganarse el pan de cada día y les ayuda en lo que puede. Por su condición física son pocas las oportunidades de trabajo que tienen, pese que con esfuerzo se hizo bachiller y realizó algunos cursos en el SENA.

Esperanzado ha llevado hojas de vida a varias empresas pero finalmente nunca recibe una llamada para vincularlo, antes por el contrario siente discriminación.

Ser “Patrullero por un día” le sirvió para olvidarse aunque fuera por unas horas de su condición, ese día recibió un buen mercado de manos de los patrulleros y además fue invitado a un delicioso almuerzo luego de cumplir con el deber.

Eder, quien tiene 22 años tiene buena relación con los Policías desde hace mucho tiempo, en la Estación Mompox, goza de confianza y admiración.

Ya cumplió uno de sus sueños, nostálgico dice que busca una oportunidad de trabajo para sentirse productivo y solventar las necesidades de su casa, tener una familia y vivir tranquilo es otro de sus metas.

Por ahora se rebusca la vida ofreciendo productos de revistas y haciendo mandaos a quien se lo solicita. “A Dios le doy las gracias por escucharme y a la Policía Nacional por hacerme patrullero por un día, eso lo llevaré siempre en mi corazón, esta experiencia maravillosa y que quisiera que fuera mi realidad me hizo sentir grande”, dijo con voz entrecortada.

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