Descubrió que después de los errores del pasado aún tenía la capacidad de cambiar su vida y hacer la diferencia.
Por: Emilio Gutiérrez Yance
En los Montes de María, donde la esperanza a menudo se desvanece ante la dureza de la vida, emerge una historia de fe, redención y la presencia indiscutible de Dios en la vida de Alfonso Rodríguez. Este joven de 24 años, que nació y creció en una zona rural de El Carmen de Bolívar, demuestra que, con la fe en Dios y la convicción de su existencia, los sueños pueden hacerse realidad incluso en las circunstancias más adversas donde se pierde hasta la esperanza. “Dios me sacó de un mundo oscuro, me arrepentí, le pedí perdón por mis pecados, hoy predico la palabra y soy abogado, una prueba de su inmenso amor. Antes no creía, ahora estoy convencido de que realmente existe”.
Creció en un entorno de escasas oportunidades y necesidades apremiantes. Abandonó sus estudios de primaria para trabajar en el campo y ayudar a su familia a subsistir. Sin embargo, su deseo de una vida mejor lo llevó a tomar una equivocada decisión al involucrarse con un grupo armado ilegal, lo que resultó en su captura, señalado por el delito de concierto para delinquir. Fue en prisión y gracias a un Subintendente de la policía que le regaló una biblia, donde conoció la palabra de Dios y un versículo que le cambiaría radicalmente su vida. “Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo”.
Detrás de unos barrotes, Alfonso encontró una inesperada manifestación de la gracia divina. La Policía Nacional en Bolívar, a quien inicialmente veía como enemiga, se convirtió en un instrumento de Dios para brindarle una segunda oportunidad. Con la ayuda de los uniformados retomó sus estudios de primaria a través de clases virtuales, superando el desafío de usar una computadora por primera vez, guiado siempre por su fe.
Alfonso había cursado sólo hasta cuarto grado de primaria, pero su determinación y el respaldo del equipo policial, inspirados por su fe en Dios, le permitieron completar su formación académica. Gracias a la Corporación Educativa para Jóvenes y Adultos ‘General Santander’, se graduó como bachiller, un logro que él mismo reconoce como una bendición de Dios.
“Desde prisión logré hacer realidad un sueño. Desde que llegué aquí, a la Estación de Policía, los muchachos se portaron bien conmigo y me brindaron su apoyo cuando les dije que quería estudiar. Ellos, todos los meses, se juntaban para ayudarme con los módulos y siempre me motivaban a seguir adelante; gracias a su apoyo pude terminar el bachillerato”, expresa con una sonrisa de agradecimiento y satisfacción.
El apoyo incondicional de un subcomisario de la policía y su equipo de trabajo fue fundamental para que Alfonso alcanzara lo que antes era inalcanzable, con su título de bachiller en mano, su meta era convertirse en abogado y ofrecer ayuda desinteresada a quienes lo necesiten, siguiendo el camino que Dios le trazó desde prisión donde conoció la palabra. Hoy es un hombre libre dedicado a servir.
“Le doy gracias a Dios, porque él permitió esto y que se hiciera realidad el sueño de este joven. Tristemente, aquí, en el país, hay jóvenes que no tienen esta posibilidad porque no cuentan con personas de buen corazón que les brinden ese apoyo; afortunadamente, nosotros, con el favor de Dios, pudimos ayudarlo”, manifestó uno de los patrulleros que participó en el proceso.
Alfonso entendió que la Policía Nacional no solo está para luchar contra el crimen, sino que también trabaja, inspirada por la fe, para brindar oportunidades a los jóvenes, evitando que caigan en las garras del crimen.
La historia de Alfonso quien desde prisión y de rodillas pidió a Dios una segunda oportunidad para enderezar su camino, es un testimonio vivo de que, con fe y la ayuda divina, es posible transformar la vida y construir un futuro mejor. Su camino, marcado por el esfuerzo, la resiliencia y la fe inquebrantable en Dios, es una inspiración para todos aquellos que buscan la luz al final del túnel y la prueba de que Dios siempre está presente, guiando y protegiendo a sus hijos. “En mi experiencia pude ver como Dios abrió las puertas de mi libertad y con su amor y misericordia transformó mi vida. Ahora mi frase de batalla es – Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.
Mirando al cielo, Alfonso agradece su libertad en toda la extensión de la palabra y asume el compromiso de ser fuente de esperanza y guía para quienes necesiten de la presencia de Dios. “Cada día es una oportunidad para honrar la memoria de Dios y para inspirar a otros a encontrar fuerza y propósito en su propia fe”.
En la vida de Alfonso Rodríguez, la intervención divina no sólo cambió su destino, sino que también plantó en él una semilla de amor y servicio hacia los demás. Hoy, como abogado y predicador de la palabra, se dedica a ayudar a aquellos que se encuentran en situaciones difíciles, ofreciendo no solo su conocimiento legal, sino también el consuelo y la esperanza que él encontró en la fe. Su historia es una poderosa demostración de que, sin importar cuán oscuro sea el camino, la luz de Dios siempre puede guiar hacia un futuro lleno de esperanza y realización.